El Viajero de las Estrellas - Capítulo 1





100 años a la deriva.


     Despertó sobresaltado. Parpadeaba con dificultad mientras su cerebro aun procesaba la última imagen que había retenido en su memoria. Unos ojos, tan profundos y brillantes que sentía que le atravesaban el alma, le observaban fijamente hasta que se fueron desvaneciendo poco a poco. Sentía un sudor frío en su rostro y una fuerte presión en el pecho.



Jadeaba.

     Pronto percibió los pitidos de los sistemas médicos que hacían seguimiento a sus signos vitales. No era consciente de ello, pero todo parecía estar en orden. Instintivamente se llevó una mano al pecho para asegurarse por sí mismo que su corazón latía. Que aquella presión no era el aviso final de que había llegado su momento de morir.

     Un débil bum bum se dejaba sentir por debajo de las yemas de sus dedos. Bastante frágil y difícil de percibir, pero allí estaba, en una ilógica contradicción a su respiración agitada. Suspiró y dejó caer el brazo a su lado nuevamente. Seguía desorientado, como sucedía siempre que despertaba del hipersueño. Ni siquiera podía recordar su nombre esta vez.

     Se tomó su tiempo. Pasaron varios minutos hasta que pudo devolver su respiración a un ritmo regular pero pese a ello su corazón seguía latiendo de la misma forma tan débil y preocupante. Se incorporó para quedar sentado dentro de la cápsula de animación suspendida que ahora se encontraba abierta e inhabilitada.

     Miró a su alrededor, tratando de comprender donde se encontraba. A su lado derecho habían varias pantallas que además de mostrar sus constantes vitales (con un reconfortante color verde que le indicaba que todo estaba en orden) también mostraban otras informaciones, como mensajes recibidos, resultados de las sondas de exploración y control de los recursos de la nave.

     Se encontraba en una lanzadera personal. No muy grande como para llamar la atención de las autoridades (que se han desplegado por todo el universo conocido para garantizar el buen cumplimiento de las leyes del Consejo Interestelar) pero ni tan pequeña como para hacer que ese viaje fuese inútil. Tenía espacio para dos tripulantes mas una amplia zona de carga para llevar la cantidad de provisiones necesarias para un largo viaje.

     "Vale..." pronunció con voz ronca, sintiendo su garganta arder por el sólo hecho de intentar pronunciar una palabra que apenas constaba de dos sílabas. Carraspeó con dificultad y desistió de seguir pensando en voz alta. De todas formas, estaba totalmente solo.

     Confiando en que tenía las fuerzas suficientes, apoyó ambas manos en las agarraderas laterales de la cápsula para impulsar su cuerpo y salir. Totalmente desnudo, sintió como el frío intentaba doblegarlo, pero con un rápido salto pasó al compartimiento de la ropa y se colocó algo abrigado. El espacio era un lugar bastante frío y solitario.

     Frotaba sus manos intentando acelerar el proceso y que su cuerpo generara suficiente calor para dejar de tiritar mientras echaba un ojo a la pantalla que contenía los mensajes recibidos en su correo privado.

Pasajero B4124 - Signos vitales estables.
Lanzadera YK12Z en condiciones óptimas.
Tiempo transcurrido: 100 años.
Sin respuesta de sonda de exploración SCKR22.
Sin respuesta de estación remota.

     Suspiró nuevamente. Los recuerdos comenzaban a llegar, así como el motivo de su viaje. De manera inconsciente volvió a llevar la mano a su pecho. Seguía débil.

     Con un gesto de la mano apagó los monitores y salió de la cámara de descanso. El sistema de piloto automático de la nave le permitía viajar largas distancias en el espacio sin tener que guiarla y debido al paso del tiempo al viajar a la velocidad de la luz, el hipersueño le permitía retrasar el deterioro de su cuerpo como si no hubiesen pasado mas que unos cuantos días o unas pocas semanas. Habían pasado 100 años (con respecto al sistema horario del Consejo) pero el seguía aparentando (y teniendo) 34 años.

     Buscó algo de comer, ya que tras largo tiempo su cuerpo requería de inmediato de todo tipo de nutrientes y la lanzadera estaba dotada de raciones de alimentos que cubrían todas sus necesidades en unos pocos bocados. Grandes logros de la ciencia que aquella comida le permitía mantener su cuerpo en buenas condiciones, pero su sabor era como comer papel. ¿Ninguno de aquellos científicos tenía sentido del gusto? Además de que un bloque de comida de color amarillento no se veía nada apetitoso. Pero no era quien para quejarse.

     Tras haber comido se dirigió a la cabina del piloto. Era, por así decirlo, meramente decorativo ya que el sistema automático se encargaba de todo. El modo manual era opcional aunque necesario en casos de emergencia, por muy raras que fuesen. Se dejó caer en el asiento de piloto para poder ver a través del gran panel transparente que le permitía ver el vasto espacio exterior y el paso de las estrellas a gran velocidad.

     Se encontraba en... "Sistema Yannek522" su voz sonaba mas firme, pero desistió de seguir buscando la ubicación exacta de aquel sistema ya que no estaba de ánimos de explorar el amplio diagrama del mapa estelar.

     Su cerebro seguía pensando en aquellos ojos que lo miraban y el solo hecho de recordarlos hacían que la presión sobre su pecho se hiciera mas notable. Jadeó nuevamente, al momento que sacudía su cabeza y trataba de despejar su mente. Tecleó un par de ordenes en la pantalla y recibió un par de pitidos en respuesta por parte de la nave que comenzaba a tomar un rumbo seguro al planeta mas cercano, a velocidad de navegación tras salir del viaje a la velocidad de la luz.

     Sus ojos se posaron en el holograma que se mostraba ante él, detallando un sinnúmero de 
detalles sobre su objetivo. Solo le interesaba el rastro de una nave de exploración que había visitado el lugar. Era un planeta inhóspito, pero no buscaba un sitio para colonizar o establecerse (como único tripulante de la nave estaría sentenciando el fin de su vida). No, lo que buscaba era una pista. Estaba siguiendo un rastro. Estaba aferrándose a una esperanza.

     "El espacio es un sitio muy solitario..." murmuró para si mismo. La nave comenzaba a entrar en órbita, alrededor del planeta azul y pronto recibiría las indicaciones del aterrizaje y cuando sería seguro salir a explorar.

     La presión volvía sobre su pecho. Los ojos volvían a mirarle.

¿Por qué sentía aquello?
¿Por qué se empeñaba en alcanzar a su objetivo?

     Aun no lo tenía claro. Su mente seguía confusa y dispersa, pero sus sentimientos le dictaban que no debía detenerse. Que no debía perder las esperanzas. Que debía seguir.

Bip Bip Biiiiip.

     Se colocó el arnés de seguridad justo antes de que la nave se sacudiera al cruzar las capas de la atmósfera. No fue un aterrizaje muy brusco y pronto se encontraba sobrevolando la superficie hasta que la lanzadera se posó sobre el polvoriento y frío terreno de aquel planeta árido.

     Observó a través del gran panel transparente. Los monitores indicaban que había una anomalía a unos pocos kilómetros al este. Debía ir por su cuenta. Se colocó el traje de supervivencia, con sistemas de oxígeno, iluminación, comunicación y diversas herramientas. Se dirigió a la salida y esperó a que la nave se encargara del resto.

     El planeta era tal como esperaba. Un lugar frío y aburrido. Un lugar sin vida. Aun así, su instinto le decía que avanzara. Los pausados y débiles latidos de su corazón parecían indicar que a pesar de todo, debía seguir adelante. Como un viejo auto con un motor en agonía, avanzaba con pasos lentos en total silencio en la dirección este. No tenía idea de lo que encontraría, pero estaba seguro de que habría algo allí.

     No fue sino hasta poco mas de media hora de andar con mucha cautela que divisó la silueta de una nave estrellada y sin duda, lo que parecía ser un cuerpo que descansaba sobre el suelo árido, totalmente inerte.

"El espacio es un sitio muy solitario, sin duda".

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@DigiMenace Tan solo una persona que trata de comprender al mundo. Hablando siempre desde la ignorancia y aceptando que no tiene la razón en nada.